Gambeteando los porrazos de la suerte mistonguera así andás, pobre Arañazo, cansao de tu vida fiera. Y aquel misho bodegón donde en más de una ocasión se alzó tu pinta altanera, sé que te hace recordar las veces que tu facón hizo a los guapos temblar.
Hoy que en la vida te vas barranca abajo, se ha puesto triste tu semblante, pues has dejado de ser el scruchante que el elemento ponderó.
Lo que ya el fuego de tu alma se convierte en ceniza, se va perdiendo una sonrisa en los surcos de tu faz. Y al comprender que ya estás viejo bajás la vista al suelo y con amargo desconsuelo te ponés, triste, a llorar.
Si de tu fama no queda ni el recuerdo no te lamentes de tu suerte, porque las penas al hombre lo hacen fuerte si no se dobla al sinsabor.